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¡¡ Qué hay detrás de la quiebra de la sanidad catalana !!
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lunes, 28 de noviembre de 2011

Día 32

¿Qué es el pueblo, qué es la gente? Se preguntan altivos los políticos, una vez más.
Una masa humana los mira desde arriba, otra masa más grande a la misma altura los observa. ¿Nos observan? Somos pocos y ellos muchos. Somos fuertes y ellos pobres. Fuera los árboles ya soltaron sus hojas y se repliegan desnudos sobre sus troncos para recibir el frío incipiente. Dentro arden de indignación los estómagos y las cabezas de la gente. ¿Quiénes son? Los políticos hablan, predican, pero la masa parece no creerlos. La masa, en su vientre, conoce el significado profundo de la palabra. La palabra es acción. Y lo muestra, aun de forma básica.


Se oyen rugidos de descontento y palabras ¿soeces? Son expresiones, interjecciones llenas de indignación y uno puede adivinar toda una vida llena de lucha y dolor detrás de ellas. De lucha de la que fue madre por sacar a sus hijos y ahora abuela sigue criando sus nietas, para que sus yernos, nueras hijas e hijos puedan trabajar a tope y mileurísticamente pagar sus hipotecas. Lucha de obreros retirados tantas veces amenazados con despidos y presionados para producir. Lucha de aquellas y aquellos jóvenes de los 70 que a gritos tomaron los barrizales, que aun no eran calles, y zigzagueando la acequia pedían entre la jungla de hormigón un poco de dignidad en su barrio. Cuarenta años, pero sus cuerpos no olvidan aquel combate que les dejó una cierta victoria, en forma de centros de salud, mercados, colegios y zonas verdes. Por eso hoy las palabras de la masa no resultan amables. Son palabras que surgen del vientre de cada una de ellas y el ácido del estómago no es amable con los alimentos.

Los políticos los miran, pero no ven nada de ésto. ¿quizás alguno sí?, piensan los que aun no han perdido la esperanza. Quizás, pero pesan tanto su fidelidad al partido, sus mentes llenas de soluciones, sus intereses. Pierden la oportunidad de conocer, de reconocer lo humano en esa masa, de reconocerse. Esa sensibilidad no produce la riqueza que ellos buscan. Entre los políticos se ven algunos combates, pero la masa duda de si a las palabras seguirán los hechos, o son mero teatro. La bestia pide acciones concretas, compromisos. Algún político desempolva aburrido la vieja metáfora del cinturón que se ajusta. La masa brama. Se diría que tienen ganas de sacar sus cinturones y ceñirlos sobre su cuello para que experimente el sabor del “ajuste”. Imposible para el político evitar la contracción del estómago y la punzada fría que le hiela la columna. Pero sabe disimular, con sus cejas elevadas. Ella conoce bien el cuento del elefante. El elefante que siendo una cría era atado a un poste, el poste clavado al suelo. El tiraba, pero era sólo una cría, sin suficiente fuerza para arrancarlo. Ahora es grande, es una bestia, con su trompa arrasaría con el circo. Le basta un empujón, y sin embargo no es capaz de tirar de la estaca. Clavada su creencia, estancado su poder, el elefante recibe los látigos y la comida de su amo. El político conoce bien el cuento. No le queda otra que confiar y seguir con la fusta y la zanahoria. Pero esta vez la masa ruge de formas diferente. La masa mira a los políticos al mismo nivel y desde arriba los observa.

Es verdad que los políticos no están acostumbrados a ello. Ellos prefieren hablar desde arriba. ¿Por qué habrán aceptado? Parece que en la bestia hay algo nuevo, no solo algo que los une. No saben qué es, pero será acaso por eso que el político siente un cierto escalofrío. ¿Será que la bestia piensa y se organiza, será que va despertando? El show se va acabando y no parece, desde la lógica, que se haya avanzado hacia una solución. Pero se respira un olor de adrenalina y triunfo de la bestia. Los políticos se van a deliberar, sus móviles se enchufan con sus superiores, informan y a calibran la situación. ¿Será que los tiempos están cambiando, o no es más que lo mismo de siempre, el elefante se ha puesto sólo un poco nervioso?

La masa del pueblo desmonta en minutos el circo y sale a la noche ya fría, con el vientre ardiendo. Al volver al hogar, algunos se detienen unos segundos más en contemplar los columpios del parque, los jardines, el mercado, los colegios y aun el ambulatorio. El fuego del vientre calienta el corazón con dignidad. El frío refresca la cabeza.
Ha sido un buen día, medita una de ellas. Me reconforta luchar por mi dignidad y la de mis vecinas.










3 comentarios:

  1. Gracias a Ahmed por dejar esta grandísima aportación en el diario del CAP.

    Se convocó a la prensa, pero ya visteis... alguien metió mano. Radio y TV de L'H esa misma tarde se manifestaban por el cierre de ambas, y aún así, una trabajadora asistió al acto, por cuenta propia, para cubrir la notícia aunque fuera por escrito.
    http://www.digital-h.cat/web/digital-h/noticia/-/journal_content/56_INSTANCE_txR0/11023/5017043

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  2. Genial el artículo, me encanta. Felicidades!!

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  3. fue demasiado Bellvitge demostro de lo que es capad,aunque a la bruja me quede con ganas de tirarle de.....

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