-------------------------------------------------------------------------------------------
¡¡ Qué hay detrás de la quiebra de la sanidad catalana !!
-------------------------------------------------------------------------------------------

jueves, 15 de diciembre de 2011

Día 49

Al fondo, como guardando una prudente distancia, se les veía a los tres juntos, a cierta distancia de los círculos irregulares en que se disponían los vecinos. Observaban la asamblea en círculo sin mezclarse con ella y sin poder dejar de rumiar su rencor. 


El más imponente de ellos, el cabecilla, estaba en medio de los otros dos, serio, con su frío bigote grueso aposentado sobre su labio superior, mientras dejaba que su cuerpo se deslizara por la silla. Había un punto de dejadez y de desafío en la postura, su estómago amplio insinuante y sus gruesas piernas abiertas. Observaba y pensaba. ¿Qué pensaba? No intervino en ningún momento, ni tampoco los otros. Quizás era eso lo que correspondía. Después de los incidentes era preferible mantener una prudente distancia con la asamblea. Era otro compañero el que ocupaba su puesto en el centro, el que sostenía el micro, el que guiaba a los vecinos, el que con su actitud empujaría con acierto o con error el destino de la lucha. Una voz fatalista parecía reinar en su pecho: Qué traicionera la vida. Con sus extraños virajes, sus convulsiones, le había torcido las cosas y ahora en su lugar, alguien con voz cascada, aunque enérgica, hablaba de unidad y recibía las miradas de todo el grupo. Sentía celos. Pero otra voz ambiciosa sabía mostrarse aun firme. Esa anómala situación durará poco. En breve volveré a asir las bridas de la asamblea. Me lo pedirán ellos a gritos. Y ya no habrá sitio para los conspiradores. O ellos o yo. Él tenía la carta más importante. Él era el nexo con los políticos.


La asamblea fue corta y asertiva. N la moderó usando cuando hizo falta un cierto tono rudo, como de reprimenda de padre docto con sus hijos tras una seria travesura. Pero no se extendió demasiado en el discurso moral y fue práctico. Pidió con vehemencia brevedad en las intervenciones, pidió respeto y que nos escuchemos todos, "aunque no nos guste lo que oímos", advirtió de la necesidad de unirnos y ser eficientes en el uso de la asamblea. La vieja estrategia de cariñosa autoridad funcionó y la participación fue diversa y fluida. Los turnos de palabra se repartieron ágiles. 
La vecina A recordó que la acción del Sindic de Greuges estaba lista para ser presentada y con el sello de la AA.VV. También relató su reciente denuncia en el juzgado por los errores cometidos por el Hospital con su padre. Con diligencia la secretaria del Responsable de la zona al que estaba adscrito el centro de salud, el Sr. Cartera, contactó con ella y con extremada amabilidad ofreció soluciones inmediatas. 
Hablaron varios vecinos. Uno recordó la convocatoria del lunes siguiente para la manifestación en el Ayuntamiento, a las 6.30. Otro, encantado de la acción del sábado, propuso salir más del barrio y volver al centro de la gran urbe. R, de la asociación de vecinos, se mostró escéptico. Se necesitaban muchas más caras, brazos y piernas para irrumpir en el centro y producir algún efecto. Después durante largos minutos fue ofreciendo pinceladas pesimistas sobre la lucha. Tarde o temprano habría que replantearse si seguir o no porque éstos político no nos quieren oír. ¿Qué más podemos hacer? No vamos a estar así mes tras mes, hasta la Semana Santa. El cabecilla endureció sus facciones. “De dejar la lucha nada”, parecía contestar su rostro, desde su pequeño y auto impuesto exilio. Pero se guardó mucho de intervenir. En lugar de ello su lugarteniente P, habló de permanecer en la reivindicación, habló de las próximas reuniones con algunos partidos minoritarios y, sobre todo, de la reunión que en breve tendrían con el partido derechista que podría ser la salvación de todos ellos. Trató de infundir esperanzas, pero su voz y su viejo cuerpo cansado no se alineaban con sus palabras. Se notaba que aún le dolía el encontronazo ocurrido ese fin de semana, con uno de los miembros de la facción conspiradora. Por otro lado, que ironía que el partido en el que ahora depositaban sus esperanzas era ya responsable activo de numerosos recortes en otras regiones del país y responsable pasivo en ésta, al haberse abstenido en la votación del presupuesto público que incluía los fuertes recortes en el ámbito social. La abstención permitió al gobierno nacionalista, sin mayoría absoluta, seguir adelante. 
Otro vecino habló de contundencia, de bajar a las vías y frenar al tren en su viaje diario. La asamblea no había perdido el optimismo y seguía con ganas de más madera. C habló no sin un punto de arrogancia. No debemos ser ingenuos. Mostró su escepticismo ante la supuesta colaboración de los políticos, previno a la asamblea de sus constantes mentiras y falsas esperanzas, y conminó a todos a unirse humildemente, como una rama más, al resto de ramas y troncos que proliferaban por toda la región y el país. Algunos vecinos balancearon sus quijadas en un signo de desaprobación. No eran una rama más, eran el barrio de B. Uno de ellos habló y dijo lo que muchos querían oír. El barrio sólo se basta, hace cuarenta años fuimos capaces y ahora también, nuestra lucha es completa y decidida, etc. 
El moderador volvió a tomar la palabra, esta vez para proponer una lista de personas que debían proseguir con las negociaciones políticas. El cabecilla y su lugarteniente estaban entre ellas, así como el presidente y R por parte de la AA.VV. Finalmente y con humildad se añadió él mismo a la lista. Las mujeres y unos pocos jóvenes varones recelaron de inmediato. Todos eran hombres. En seguida hubieron reclamos, dos vecinas se voluntarizaron y fueron incluidas. la lista quedaba cerrada. 
Se votaron las propuestas. Se aceptó ir el lunes a la convocatoria del ayuntamiento. Se accedió ir dos veces a la gran urbe, pero sin cerrar fechas aun, y se quedó en que las acciones de contundencia no podían ser reveladas así como así ante la asamblea, seguros de que los delatores que ya acudían a diario irían prestos a informar a la policía. Antes de dar por cerrada la asamblea, N volvió a llamar a la unidad, a la valía de todos y a la necesidad de someterse a la asamblea. Esto último fue dicho de manera singular, con extrañas palabras llegadas a él como una revelación y entonadas con la convicción de un profeta: “Que no se piensen algunos que pueden parar esto. Ellos pueden quedar atrás, no importa, la asamblea sigue. La asamblea es más grande que nosotros mismos, nos pasa por arriba, nos sobrepasa y sigue.”

1 comentario:

  1. leo a menudo todos los comentarios , estoy en la lucha desde el primer dia , no se quien es el queescribe, pero el relato y la descripcion del relato no tiene desperdicios

    ResponderEliminar

Puedes hacer tu aportación a este diario con un comentario. ¡Grácias!

Unete a la lucha por el regreso de NUESTR@S médicos a NUESTRO ambulatorio.
¡¡Así, así, ni un paso atrás, este ambulatorio no lo cerrarán!!

Notícias sobre la lucha del CAP Rambla Marina

Algunas imágenes y videos que aparecen en este blog pertenecen a personas ajenas a su administración. Si l@s propietári@s de l@s mis@s desean que no aparezcan, lo pueden comunicar a capramblamarina@gmail.com. Gracias.
El poema que aparece en el video es de una vecina de Bellvitge. Maria del Carmen Gonzalez Vicente.

El major robatori de la història de Catalunya